(Nota de Carlos Iurchuk: Material extraído de la serie "Archivo de lo
increíble" Nº 55, publicada oportunamente en la web "El Dragón Invisible")
En términos periodísticos y de investigación, esta es "la madre de todas las
preguntas". Este es, así mismo, uno de los grandes argumentos que esgrimen los
escépticos y quizá con justa razón.
Hasta ahora ninguna respuesta existe para semejante actitud. Es un asunto que
inquieta a millones de personas que han tenido la oportunidad de ver o ser
participes de un encuentro con Ovnis.
En un intento por explicar el no contacto abierto, podemos mencionar las
siguientes.
1. "No desean violentar nuestra cultura".
La experiencia nos dice que son muy variadas las formas y conductas de los
tripulantes de los Ovnis. Esto hace pensar que probablemente tienen más de un
origen. De esa forma es lógico pensar que tengan diversas formas de pensar, por
lo cual el hecho de no "desear violentar nuestra cultura", no podría ser un
patrón general. Los casos estudiados indican que existen un amplio abanico de
mensajes. Estos van desde los de tipo místico, ecológico, filosófico-religioso,
hasta el de carácter agresivo y violento.
No es congruente que habiendo aparecido a millones de seres humanos a lo largo
de miles de años, ellos sigan rehuyendo el contacto abierto.
2. "Son hermanos buenos y cuidan de nosotros sin entrar en relación intima".
Esta explicación se desvirtúa cuando se entra a conocer casos de agresión a
naves aéreas y a seres humanos a través del rapto. Existen la mutilaciones de
ganado, exámenes biológicos de hombres y mujeres, hasta verdaderas violaciones
con su natural embarazo en contra de la voluntad de los sujetos.
3. "Ellos prefieren mantener ese contacto con los más altos gobiernos del
planeta".
La pregunta adicional sería: ¿Por qué entonces se manifiestan a miles sin un
claro mensaje? ¿Si se ocultan, por que se muestran a medias?
4. "Son demasiado adelantados para relacionarse con nosotros".
¿Y los mensajes que dejan? ¿Es un política de desinformación? ¿Cuál el
propósito entonces de estar entre nosotros? Estas y otras preguntas son una
clara referencia a la imposibilidad de que culturas muy adelantadas no deseen el
contacto libre y abierto, puesto que si lo son ya es tiempo suficiente para
haber elaborado una estrategia para propiciar el acercamiento.
5. "Vienen de futuro y no desean alterar el espacio tiempo".
Esto no es válido puesto que si dejan embarazadas a mujeres, alteran la vida
de familias enteras, provocan accidentes, esto ya tan solo es alterar un amplio
vector hacia el futuro. "Las consecuencias son impredecibles".
6. "Existe una gran manipulación cósmica".
Esto quizá sea una respuesta coherente. ¿Una especie de juego en el espacio
tiempo? El fin sería aprovechar nuestras reacciones en el aspecto psíquico, como
una especie de insumo de energía Psí.
El fenómeno de los ovnis es mucho más complejo de lo que algunos creen. Lo
mejor sería negarlo, pero el problema es que allí está, es real y existe.
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El extraordinario "meteorito" de la Inmaculada Concepción
Arroyomolinos de León (Huelva)
8 de diciembre de 1932
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos
Sevilla – España ummo@...
Lugar de los hechos.
Se trata de la localidad de Arroyomolinos de León, provincia de Huelva, en la
raya entre ésta y Badajoz; carretera de Sevilla a Fregenal de la Sierra, a unos
100 kilómetros de la Giralda. La mentalidad y habla de los arroyencos es
bastante más extremeña que andaluza. Un tranquilo y agradable paraje agrícola y
ganadero rodeado de hermosas dehesas donde se cría el cerdo ibérico, rústico
animal que tras la popular matanza se nos sirve en excelentes jamones y
chacinas. El bello y alargado pueblo – que por entonces contaba con unos 5.000
habitantes – se halla enclavado en un atractivo paisaje de montes y valles
salpicado de encinares, a 700 metros de altura.
Cronología.
Los raros sucesos tuvieron lugar del 8 al 9 de diciembre de 1932, fiesta de
guardar de la Inmaculada Concepción, al filo de la medianoche (entre las once y
media y doce). El cielo estaba encapotado y caía una lluvia persistente, aunque
sin el menor asomo de truenos ni tormenta. El aguacero persistió después de los
extraños fenómenos.
Los testigos.
Se han localizado a tres personas que con seguridad contemplaron en las
alturas el "melón ardiente" que atemorizó a los arroyencos: la señorita Regina
Santos Núñez, que reside en la calle Primo de Rivera número 110, algo más abajo
de las Escuelas Nacionales (es la carretera que cruza el pueblo a todo lo
largo); y Josefa González Vázquez (junto con su hermana Esperanza), con
domicilio en la Plaza de la Iglesia.
La observación.
En la plácida y acuosa medianoche de la Purísima se divisó de repente una
espectacular luminosidad, originada por una masa en forma de "melón de fuego"
(literal) que caía del cielo precipitándose sobre la vertical de la población,
pero en apariencia sin llegar a estrellarse contra el suelo. Cuando el cuerpo
incandescente había alcanzado una cierta altura en la trayectoria de su
descenso, la cosa fusiforme se deshizo o dividió en fragmentos, originando una
ensordecedora explosión, bien distinta al conocido fragor que sigue a los
relámpagos. No hemos averiguado el tamaño aparente del elipsoide iluminado, su
velocidad y movimientos de caída ni la altitud a la que se desintegró.
Reacción popular.
Corrían por entonces los conflictivos tiempos de la II República. Dos meses
antes, el 6 de octubre de 1932 y durante una tensa huelga general, se
desencadenaron disturbios en Arroyomolinos, resultando heridos cuatro guardias
civiles. La agitación social en la villa era muy acusada y el miedo y el odio se
mascaban en la atmósfera. En la cárcel de la calle Grande (donde metieron un
tiempo a Florencio Darnaude Campos, jurídico del Ejército de Tierra) se hacinaba
una veintena de detenidos.
Cuando el supuesto aerolito atronó los cielos, los lugareños creyeron que se
trataba de una bomba de gran potencia colocada por los extremistas por motivos
políticos, y cundió una fuerte alarma. Los que ya dormían se despertaron
sobresaltados, y el pueblo en masa se lanzó a la calle presa de gran nerviosismo
preguntando qué había pasado. En la casa cuartel acechaban más de veinte
guardias civiles concentrados desde la revuelta de octubre, quienes al oír el
estruendo se parapetaron empuñando los fusiles en el interior del edificio,
temiendo que se tramaba un atentado terrorista contra la fuerza pública.
Un operario a las órdenes del contratista Cristóbal Luque (natural de
Valencina, Sevilla), que trabajaba en la construcción de la carretera
Arroyomolinos-Cañaveral de León, estaba sumido en el más profundo sueño en su
alcoba de la Fonda de Parente, con fachada a la carretera a Fregenal, y sin
recordar cómo se encontró de improviso en mitad de la calle vestido, con las
botas puestas y los calcetines en la mano.
El apagón.
Inmediatamente después del enorme traquido la luz eléctrica se extinguió en
todo el lugar durante unos dos segundos, luciendo a continuación con normalidad.
Antonio Darnaude Campos, empresario del alternador movido por gas pobre que
suministraba la energía eléctrica, asegura que no encontró explicación alguna a
la interrupción del fluido, ya que ni el motor, la dínamo ni la red de cables
sufrieron el menor deterioro.
Las instalaciones se encontraban en aquel momento bajo la supervisión del
electricista Guillermo Silva Ballesteros, quien declaró que nada anormal se
había registrado en las dependencias de la "Electro-Harinera-Panificadora San
Fernando" que justificara la caída momentánea del voltaje en los conductores. La
unidad motriz y el alternador continuaron funcionando sin alteraciones, y
Guillermo no manipuló en esos segundos ningún interruptor ni reostato.
Interferencias electromagnéticas.
En la residencia de Antonio Darnaude Campos [hermano soltero de Narciso, padre
del que da cuenta de los hechos], hombre dotado de una fiel memoria para las
ocurrencias del pasado, casa sita en calle Primo de Rivera 33, se incendió la
instalación eléctrica del piso alto, seguidamente de la conflagración
atmosférica. Un empleado que pernoctaba en la misma planta junto con su esposa
Hipólita (empleada de hogar de la familia) en casa de Antonio, Martín Rodríguez
Garrido (más conocido como "Martín el del Tío Peregrino"), corrió escaleras
arriba hasta conseguir dominar las llamas en los hilos de cobre. En el piso bajo
el cristal de una bombilla eléctrica, que estaba apagada cuando sobrevino la
detonación, resultó pulverizado en pequeñísimos trozos.
Desde el inmueble del número 33 una pareja de cables conectados a un receptor
de radio cruzaba la carretera hasta el "casino" (taberna) de la acera de
enfrente, donde enchufados a un altavoz habilitaban el que se transmitieran a
los parroquianos, sentados en camillas con braseros de picón bajo sus faldas,
las emisiones radiofónicas captadas en la acera de enfrente por el aparato del
dueño de la fábrica de harinas, pan y electricidad. Ambos conductores se
rompieron en coincidencia con la explosión.
De los tres únicos captadores de ondas que existían por aquel entonces en
Arroyomolinos, dos resultaron deteriorados por el percance sonoro y dejaron de
funcionar. Al radioreceptor de Antonio Darnaude se le quemó el condensador fijo
en la entrada de la antena. El doctor Diego Vélez Escassi tenía su radio
apagada, y no obstante al día siguiente no emitía sonido alguno. La tercera
unidad pertenecía a Cornelio Fernández, que la mantenía encendida en su
domicilio de la calle San Roque esquina a Primo de Rivera, y allí no se notaron
perturbaciones en el momento crítico.
Efectos adicionales.
En la estructura de la Iglesia Parroquial se entreabrió una grieta en el
enfoscado de uno de sus muros interiores. En la Fonda de Parente (Primo de
Rivera 29) se derrumbó un tabique que dividía dos habitaciones de huéspedes,
provocando la consternación de Domingo Parente, corpulento hotelero de la villa.
En la pequeña factoría eléctrica ya mencionada, existía bajo techo y en el
interior de la nave de motores un foso seco con dimensiones aproximadas de 1,50
metros de ancho, 2 de largo y 2,50 de profundidad, hueco que albergaba el tubo
de escape del motor, alimentado por el gas pobre generado por un gasógeno de
gran tamaño alojado en una estancia anexa y que se caldeaba con leña de jaras, y
asimismo otro caño que conducía agua desde un pozo situado en el exterior. El
fondo de este agujero era de roca viva de notable consistencia. A la mañana
siguiente se comprobó con asombro que el piso de la poza aparecía removido y
cubierto de piedras sueltas ("una carga de lascas"), pedazos arrancados del duro
subsuelo por una fuerza desconocida de tremenda potencia. Algunos de estos
peñascos tenían un peso de más de diez kilos.
La onda expansiva – o lo que fuera, porque la causa de tantas anomalías no ha
quedado nada clara – había sido tan formidable ¡y tan selectivamente localizada!
como para destrozar tres metros cuadrados de recia cantera en bastantes
centímetros de profundidad, intramuros de un cilindro angosto y bajo el nivel
del pavimento.
Y un detalle significativo: Tanto en la central de energía como en la posada y
en el templo parroquial, lugares donde se constataron destrozos físicos en su
recinto interior, la techumbre y los muros no sufrieron el menor desperfecto. Lo
mismo ocurrió en el hogar de Antonio Darnaude, donde un platero-aparador se vino
abajo en la cocina con gran estrépito, ocasionando la rotura de la vajilla
doméstica; y se partieron también dos cristales de la ventana que conectaba los
fogones con el patio.
En el edificio contiguo de Primo de Rivera 31, una fascinante "tienda de todo"
propiedad de Francisco Marín Carneiro (cuñado por cierto de la protagonista
Josefa González Vázquez), inolvidable y abigarrado establecimiento que expendía
cualquier tipo de artículo que la abundante clientela pidiera, colindante a su
vez con el fondista Domingo Parente, apareció una zanja ahondada (¿por qué
presión o empuje?) en el suelo terrizo del corral, con dimensiones de 2,00 x
1,50 x 0,50 metros. El manto vegetal y las arcillas habían sido extraídos y se
veían esparcidos alrededor de la flamante oquedad.
¿Una mini-ortotenia local?
Se da la curiosa circunstancia de que los enclaves donde la luz elipsoidal no
identificada causó desperfectos, se encuentran emplazados aproximadamente en una
línea recta (teoría del maestro Aimé Michel en el sentido de que algunas veces
los puntos de un cierto número de avistamientos ovni se sitúan en una misma
recta), o más bien en cierta franja longitudinal relativamente estrecha. La
iglesia y la planta eléctrica están separadas por un kilómetro de distancia. La
fonda, el casino, el colmado de Marín y el caserón de Antonio Darnaude
pertenecen grosso modo a esta misma alineación, si la ensanchamos en cierta
medida.
Información complementaria
Ningún otro fenómeno colateral de carácter anómalo nos ha sido comunicado.
Tampoco se comentó el hallazgo en el terreno de cráteres, socavones o posibles
fragmentos del bólido refulgente. Del mismo modo no se ha detallado el
importante dato de la velocidad a la que el melón en llamas se precipitaba hacia
tierra, ni si su descenso fue en vertical o hizo movimientos inclinados u
horizontales (en este último caso, un cuerpo que se echa encima lentamente y/o
zigzaguea nunca podría ser un meteorito convencional).
Por aquellas fechas el alcalde de Arroyo era Domingo Darnaude Campos, y el
juez de paz Cipriano Corona. El párroco pudiera haber sido Antonio Montero
Gordillo o bien Valentín González, extremo que no ha sido precisado. La sanidad
estaba al cargo de los dos facultativos Diego Vélez Escassi y Nicolás Martín
Rocha. Al mando del "Todo por la Patria" se encontraba el teniente de la
Benemérita señor Fernández Palomo, natural de Málaga. El nombre del cabo era
Manuel Millán, nacido en Ubrique, y que más adelante llegaría a ser jefe de la
escolta del general Gonzalo Queipo de Llano, liberador de Sevilla en la guerra
civil.
Uno de los números se apellidaba Poveda, gran tirador que perteneció a la
guardia del rey Alfonso XIII. Otros guardias cuyos nombres se recuerdan eran
Benito Cebrián Ruiz, Casildo Ortega y el señor Masero. Como dato curioso, aunque
sin relación con el insólito evento de 1932, hacia el verano de 1952 (¿) y tras
una aparatosa tormenta, las calles de Arroyomolinos aparecieron cubiertas de
numerosas y diminutas ranas, cuyo dudoso origen – traído por los pelos – se
atribuyó al arroyo del Abismo que cruza la población.
Detalles del avistamiento por Josefa González Vázquez.
La que pasado el tiempo se convertiría en esposa del licenciado en Derecho y
profesor Manuel Márquez ("El Estudiante"), divisó en las alturas al modo de "un
ovillo o bola que iba soltando muchas chispas, una especie de madeja cuyo hilo
se fuera desprendiendo". Al principio creyó que era un relámpago, pues el
"ovillo" iluminó con una poderosa luz toda la zona e incluso el interior de las
viviendas. El objeto resplandeciente "cayó" (¿descendió hasta chocar con el
suelo?) al sitio denominado Barranco de la Morena.
Más sobre la fonda de Parente.
Benito Sánchez Márquez ("Benitorro"), ex juez de paz y propietario de un taxi,
que se encontraba en el hospedaje al tiempo del cuasi aterrizaje del
"meteorito", da fe de que un camión Chevrolet albergado en el patio de la
contigua posada sufrió ciertos daños. Por otro lado los cuadros colgados de las
paredes en las habitaciones del hostal aparecieron en las baldosas, y se
abrieron grietas en algunos muros. El testigo jura que en la fonda "cayó algo",
aunque no puede precisar qué. En el momento del incidente se encontraban en la
camilla del comedor Domingo Parente, su esposa Pilar y dos muchachas de servicio
llamadas Magdalena Gines e Isaías Domínguez (cuñada de Diego Valero "El
Aceitero", transportista y negociante local).
Al producirse "el trueno tan exagerao" Domingo se llevó tal susto que "le dio
un patatús" y se cayó al suelo; los que le rodeaban tardaron más de media hora
en hacerlo reaccionar. Benitorro cuenta que "en Arroyo hubo quien se mareó" con
motivo del estampido aéreo, y las puertas de algunas casas se abrieron solas.
Según él la noticia del "ruidoso meteoro" saltó a algún periódico pero no
recuerda cuál, por lo que convendría examinar en la hemeroteca el ABC y El
Correo de Andalucía (Sevilla), Odiel (Huelva) y Hoy (Badajoz) en sus ediciones
del 9 al 15 de diciembre de 1932.
La "pelota de fuego" de Galaroza.
En la misma jornada del desplome del "balón de rugby" sobre Arroyomolinos de
León, 8 de diciembre de 1932, hacia las seis y media de la tarde (cinco horas
antes del espectáculo celeste arroyenco), la solemne procesión anual de la
Inmaculada Concepción transcurría sin novedad por las adornadas calles de
Galaroza, localidad de la misma provincia de Huelva en la serranía de Aracena,
con 2.600 almas y distante 29 kilómetros por carretera de Arroyomolinos.
De repente los numerosos fieles que caminaban despaciosamente en las dos filas
del cortejo religioso contemplaron atónitos en el cielo "una pelota grande del
color del fuego que giraba y parecía que iba dando vueltas".
El fenómeno lumínico se desplazaba lentamente, a tal punto que a algunos
devotos les dio tiempo de ahumar cristales para observarlo mejor, lo que indica
por otra parte que el objeto esférico despedía un fulgor muy intenso. Esta
observación multitudinaria ha sido detallada por Rosa Rodríguez, casada más
tarde con Benitorro, quien explica que "la pelota encendía" la vio toda
Galaroza, por lo que sería factible localizar otros testigos.
No deja de ser interesante la coincidencia de ambos fenómenos tan inusuales y
llamativos en dos enclaves distantes a vuelo de pájaro unos quince kilómetros, y
separados tan sólo cinco horas en el tiempo. ¿Cuál fue la naturaleza y origen
del "melón ardiendo" de Arroyomolinos y del "balón de candela" en Galaroza? ¿Y
hubo alguna relación entre ambas exhibiciones?
Si el cegador "ovillo que se deshilachaba" sobre Arroyomolinos era un cuerpo
natural en caída libre, originó una sarta de efectos electromagnéticos y físicos
harto singulares, difícilmente explicables. Y la naranja ígnea escoltando a paso
de tortuga el rosario mariano de Galaroza, que sepamos no cabe asimilarla a
ningún suceso de la naturaleza ni a artefacto alguno de la aviación de la época.
El segundo intruso aéreo, si no también el primero, es a todas luces lo que
quince años más tarde se bautizaría como objeto volante no identificado.
Y siendo el melón celeste tan cercano en el tiempo y en el espacio a la esfera
rodante de la Pura, ello hace sospechar que existió una vinculación no natural
entre ambas sorprendentes efemérides, de las que se habrán perdido muchas pistas
por haber tenido lugar sesenta años atrás. Si algún testigo de Arroyomolinos
declarase que el "melón quemante" se descolgaba en el aire con lentitud o sin
seguir una trayectoria recta, sabríamos a ciencia cierta que tanto en Galaroza
como horas después en Arroyomolinos se desarrollaron en la atmósfera onubense
misteriosos acontecimientos intencionales orquestados por alguna inteligencia
foránea, por motivos arcanos.
Agradecemos a Manuel Darnaude Giménez su valiosa colaboración en cuanto al
interrogatorio de algunos testigos. Y a Antonio Moya Cerpa sus dos estupendos
dibujos descriptivos de lo que se descolgó de las alturas en Arroyo y Galaroza.
En el dossier de esta historia figura la siguiente documentación: la referencia
a Arroyomolinos de León en el Diccionario Geográfico de España por Pascual Madoz
(2 páginas); 3 mapas y 17 fotografías de las casas y calles de Arroyo.
Arroyomolinos de León, a 31 de marzo de 1972.
Cosas extraordinarias suceden en Puerto Rico en relación al asunto OVNI / ET
que parecen indicar el desarrollo de un plan muy elaborado y macabro que algunas
agencias gubernamentales de potencias mundiales podrían estar llevando a cabo en
nuestro país para manipular a la opinión pública y crear en el público la
percepción falsa de que los extraterrestres tienen una actitud hostil, agresiva
y destructiva hacia el ser humano. Veamos un par de estas situaciones.
Una nave extraterrestre y... ¿dos copias falsas?
La madrugada del día 21 de enero de 1997 será una ocasión que el Sr. Juan
Hernández, residente en Camuy, Puerto Rico, no olvidará jamás. Ese día, a eso de
la 1:30 AM, Hernández venía del pueblo de Mayagüez luego de rendir su labor como
vigilante de seguridad, y conducía su automóvil por el sector de Camuy cuando se
percató de la aparición de una brillante estrella en el cielo. La hermosa
estrella súbitamente comenzó a bajar en dirección al punto donde estaba
Hernández.
"Yo venía de trabajar – dijo él. Venía de Mayagüez después de salir de mi
trabajo de seguridad, y venía por la carretera de Camuy. Después que pasé el
puente del río Camuy, como a un kilómetro empecé a ver una luz que viene hacia
mí. Me detuve y me bajé del carro, y aquella luz empezó a cambiar. Era violeta,
y de violeta cambia a un tono azul turquesa... y entonces va bajando en
intensidad la aquella iluminación... hasta que aparece una nave en su lugar.
Aquella nave tendría unos 800 pies de ancho por unos 500 de largo. Era enorme,
grande. Tenía un tamaño como el de dos jets de pasajeros 747 uno al lado del
otro. Era con forma de triángulo, y bajó y se quedó suspendida a unos 80 a 100
pies de altura sobre mí, y pude ver claramente unos tipos de luces, una línea de
luces tornasoles, y otras que iban cambiando en secuencia los colores, verde,
amarillo. Me percaté también de que arriba la nave tenía también una cúpula, y
en esa cúpula vi la silueta de una persona, diría yo, pero no
pude distinguirla bien debido a la altura a que estaba. Ahora, era diferente,
no era una persona normal. Aunque estaba muy arriba, se veía alta, delgada y
tenía una cabeza rara, con una forma como de pera, grande arriba y más fina
abajo, en la quijada. Pude notar un poco, por la luz, que tenía unos ojos como
grandes y obscuros, pero no pude notar más detalles. Me quedé mirando a la nave
y de la parte de arriba de ella, de cerca de la cúpula, salió una luz, como un
rayo de luz de reflector, que me iluminó".
Preguntamos a Hernández cómo era exactamente la nave que vio: "Triangular y
con la cúpula. Arriba tenía unas luces que iban cambiando, alternando en muchos
tonos de colores. Tenía otro sistema de luces más abajo, otra hilera de luces
que iban cambiando paulatinamente en muchos colores... amarillo, verde, azul,
blanco".
"Arriba – continuó explicando –, donde estaba la cúpula, tenía otras luces que
se quedaban siempre del mismo color, más verdoso, más claro, pero siempre en el
mismo color. Ahí es que salió la luz blanca, el rayo de luz que me iluminó. Era
una luz muy tenue, opaca, que vino bajando y... no como la luz de una linterna,
que se dispersa y aparece de pronto, sino que aquella luz vino bajando poco a
poco, en una forma controlada y como contenida en sí misma, estirándose. Algo
muy raro. La luz me cubrió y me iluminó. Y yo, que estaba mirando a aquella
figura en la cúpula, sentí en ese momento una sensación de una gran paz, una
tranquilidad que no había sentido nunca antes".
"Eso duró unos tres minutos, y vi que aquella nave tenía por debajo, en el
centro, algo como unas aspas, unas seis a ocho aspas... y no era algo como un
helicóptero de los nuestros porque se hubiese caído. Aquellas aspas, o lo que
fuesen, daban vueltas lentamente, así que para mí no era eso lo que mantenía a
aquella nave suspendida allí encima. Y no hacía ningún ruido. Era totalmente
silenciosa. Entonces, de momento recogieron el rayo de luz que me iluminaba y vi
que la nave empezaba a moverse".
"Ahí me monté en el carro para seguirla, y de momento, tras movilizarme unos
treinta pies, me salió al encuentro un vehículo 4 x 4 negro, con cristales
ahumados, que me cortó el paso. Era una camioneta Trooper o una Montero, no
estoy seguro de la marca. Me bajé a pedirle explicaciones al conductor sobre por
qué se atravesó así, que me dejara pasar, y se bajó un individuo vestido de
negro. Le dije que si estaba viendo lo que yo estaba viendo, y me dijo: ‘Si lo
estás viendo o no lo estás viendo eso no me interesa’. Y entonces me dijo que no
la siguiera (a la nave), y que los dejase hacer lo que iban a hacer. Me lo dijo
de una manera áspera, en tono amenazante. Me dijo que si insistía en seguir
aquello me podía pasar algo".
Nuevamente interrumpimos a Hernández para preguntarle si era posible que la
advertencia que le dio el hombre vestido de negro fuese un ‘consejo’, ya que se
desconocía con qué lidiaban, y el testigo insistió en que no, que tanto por la
actitud en que se lo dijo, como por el tono que utilizó, para él era claro que
se lo decía en tono amenazante. Sencillamente no quería que persiguiese al OVNI.
"Yo le dije – continuó relatando Hernández –, ¿por qué no la voy a seguir?
¿Por qué me puede pasar algo, si yo lo que hago es sencillamente seguir una
nave... o un avión, lo que fuera eso? Y él me contestó en tono autoritario: ‘No
la vas a seguir, y se acabó’. En eso yo caminé más hacia él, hacia su vehículo,
y me paré cerca de la puerta del chofer, y ahí él me dijo: ‘Hasta aquí llegas.
De ahí no te muevas’. Desde mi posición vi que en el interior del vehículo había
una caja con lo que parecía ser un radar y un panel con una instrumentación.
Había relojes, medidores aparentemente de sonido... Había todo tipo de luces".
¿Dónde estaba ese equipo?, le preguntamos.
"En la parte de atrás de la guagua, adentro. Aquello era como un radar, porque
yo los he visto, y los conozco, y podía ver claramente la pantalla, con la señal
dando vueltas y el punto luminoso, aparentemente del objeto o nave que veía
allí. Dentro del vehículo había un par de individuos más, también vestidos de
negro, y uno de ellos, que hablaba en español con acento americano, dijo de
momento que venían dos naves más. Todos miramos, y en la pantalla del radar se
veían dos puntos más. Ahí fue que de momento empezó a sentirse un estruendo que
se acercaba por el cielo, pero no se veía lo que era. Unos 30 segundos después
aparecieron dos naves idénticas a la primera. Eran idénticas en todo, a
excepción de que estas otras dos naves hacían ruido. Era como el ruido de las
turbinas de jets a propulsión a chorro, y bastante fuerte, insoportable. Tuve
que taparme los oídos en lo que pasaban. A todo esto, la otra nave no hacía
ningún ruido. Era silenciosa".
"Ahí miro a la otra nave, la primera, que empieza a moverse y las otras dos la
persiguen. Nos quedamos mirando lo que pasaba. La primera nave, la silenciosa,
se envolvió de nuevo en la luz azul turquesa que cambió entonces a una tonalidad
violeta y dejó de verse, sólo se veía una gran bola de luz violeta. Ahí empezó a
subir a velocidad, hasta que se convirtió en un puntito de luz brillante que se
confundió con las estrellas. Las otras dos naves subieron hasta cierta altura
nada más, pero se veía que no podían alcanzar a la primera, y se desviaron una
hacia la derecha y la otra hacia la izquierda, como en dirección hacia
Aguadilla. Por donde está el aeropuerto, la base Ramey" (posteriormente
recibimos informes en el sentido de que un alegado platillo volador había sido
visto aterrizando en una sección del mencionado aeropuerto de Ramey, en
Aguadilla, por personal del aeropuerto y policías, esa madrugada del 21 de enero
de 1997).
En este punto el testigo dijo algo sumamente importante: "A todo esto, las
otras dos naves no pudieron cambiar de color y envolverse en aquella luz.
Solamente la primera nave se envolvió en la luz y se perdió en el espacio, las
otras dos no lo hicieron. Además, la primera nave no hacía ruido, y no dejaba un
rastro de humo, pero las otras dos sí dejaban una línea de humo tenue detrás de
ellas. Y aquellas otras dos naves tenían en la parte de atrás como especie de
dos turbinas grandes de jet, que era lo que parecía impulsarlas... y hacían el
ruido de turbinas de jets como los conocemos. El primer objeto, la otra nave, no
las tenía. De eso estoy completamente seguro".
Regresamos a la presencia del misterioso personal vestido de negro que había
intervenido con él, y preguntamos al testigo cómo eran estas personas: "Ellos –
dijo – no se identificaron de ninguna manera. Ni como de ninguna agencia de
gobierno, ni tenían ningún tipo de emblema militar ni nada, solo estaban
vestidos de negro. Era como el uniforme que utiliza la división de saturación de
la policía de Puerto Rico o ciertos militares, la gente del ejército, pero en
negro completo... tipo SWAT, negro, con lentes negros y una gorra de pelotero
negra. Su gorra tenía al frente un parche en forma de triángulo con un color
negro o azul oscuro en el centro, y en la orilla un color amarillo
fosforescente".
Continuó explicándonos: "Dentro del triángulo había unas letras. Esas se las
pude notar a la gorra del que estaba en el radar, que eran, hasta las que pude
ver, como una P, una E, una O, una V de vaca, una N y... la otra letra no sé si
era una J o qué era, no la vi bien. No sé si estaban armados. Por lo menos al
que habló conmigo no lo vi armado. Ni tenían ningún tipo de identificación
encima. Ningún tipo de placa, distintivo, ningún I.D. Card, nada. La guagua, el
vehículo 4 x 4 también era totalmente negro y sin identificaciones de ningún
tipo. Me fijé en la tablilla cuando se fueron, pero no era como las que
conocemos aquí en la Isla, solo tenía letras, más o menos las mismas letras que
vi en el parche".
"Les pregunté por qué no podía seguir a aquella nave y no me respondían. Les
decía ‘¡Pero es que yo estoy viendo esto. Es increíble. ¿Ustedes no lo ven?! Y
respondían ‘A nosotros no nos interesa si lo está viendo o no. Sencillamente no
lo siga, y punto. Quédese tranquilo’. Para mí, a base de mi análisis de su
actitud y de su comportamiento, eran militares. Eran individuos esbeltos, pero
con una excelente constitución física, fuertes, y parecían puertorriqueños. Por
lo menos el que habló más conmigo era puertorriqueño. El que estaba adentro, el
que avisó que venían las otras naves, tenía un acento norteamericano. Serían
unos cuatro de ellos, por lo que pude ver. Entre los equipos tenían el radar y
un equipo que parecía registrar los sonidos que hacía la nave, o algo. Y digo
esto porque pude notar que mientras la primera nave estuvo allí, que no hacía
ruido, una aguja que tenía el equipo dejaba una línea recta sobre un papel que
salía del equipo, pero cuando llegaron las otras dos
naves, que hacían aquél ruido de turbinas, la aguja empezó a subir y a moverse
y a marcar como una lectura en el papel. Era como cuando a una persona le hacen
un encefalograma, que sale un papelito con unos registros, algo así. Y en los
otros equipos, que se veían como metros, había como un reloj, que para mí
registraba decibeles".
Finalmente, ¿qué ocurrió con aquél personal?, preguntamos a Hernández, y
contestó: "Yo me había movido un poco hacia mi carro y me quedé mirando,
embelesado, a aquellos tres objetos, porque, no lo niego, me impactó lo que
estaba viendo... y en un momento dado, que sentí ruido y fui a dirigirles la
palabra, al mirar de nuevo, vi que ya se habían movido e iban en persecución de
esas naves. Entonces salí corriendo hasta mi vehículo, prendí el carro y traté
de seguirles. Como me llevaban bastante ventaja traté de cortar camino por una
de las calles del pueblo y salí a otro punto ya en Hatillo... y a todo esto el
vehículo con los individuos se me había perdido de vista y no pude dar con
ellos".
¿Cuál es su percepción sobre esta situación que pudo presenciar, la aparición
de la nave original y la de las otras dos naves que se veían similares, pero que
tenían unas turbinas aparentemente adaptadas a ellas, y la presencia y actitud
de estos individuos misteriosos no identificados y vestidos de negro?,
preguntamos al testigo, y este contestó: "Honestamente, en mi opinión las
personas que están interviniendo con esto tienen conocimiento de estas naves y
están tratando de imitarlas, copiarlas en todo. Con qué propósito lo hacen no lo
sé, pero para mí es que ellos están tratando de presentarse al público como
ellos (los extraterrestres) y hacer ver al público como que esta gente, los
supuestos extraterrestres, son malos... o que vienen a devorar a la gente, a
hacer estragos aquí, para crear una imagen falsa de estas personas... o lo que
sea".
"Para mí que las otras dos naves que vi, que se parecían a la primera, aunque
se parecían, eran el producto de tecnología terrestre, humana, mezclada tal vez
ya con tecnología extraterrestre que tienen o han capturado. ¿Con qué propósito?
No sé, pero como hoy día aparecen por donde quiera mutilaciones de animales, y
eso deja un mal sabor y una preocupación en la gente, a lo mejor alguien está
tratando de crear ese tipo de ambiente para que la gente piense que son los
extraterrestres esos... otro tipo de vida que está viniendo aquí a este planeta
para tratar de exterminar a la raza humana y apoderarse del mundo. Si estoy en
lo correcto, no lo sé, pero esa es mi percepción".
Hernández nos reveló también que originalmente, mientras estuvo solo ante la
presencia de la primera nave y del ser que se veía en la cúpula de esta, sintió
la ya mencionada sensación de paz y tranquilidad, pero que tan pronto llegaron
las otras dos naves esa sensación cesó de golpe, sintiéndose entonces un
ambiente y una sensación de aprehensión, pesadez y temor.